FaNtAsY WoRlD oF GaMeRs aNd AnImE: DeathSpank I y II

DeathSpank I

Decir que ‘DeathSpank’ es el mejor videojuego que podemos encontrar en PSN y XBLA puede sonar un poco pretencioso. A la hora de analizar un producto es difícil encontrar la unanimidad absoluta, pero sabiendo que detrás de ‘DeathSpank’ se encuentra Ron Gilbert, uno de los padres de la saga ‘Monkey Island’, estamos ante palabras mayores.

No en vano, y dando fé de lo que se dijo antes de su puesta a la venta, ‘DeathSpank’ es una mezcla acertada de la acción clásica del ‘Diablo’ de Blizzard, con el humor y ciertos aspectos de aventura gráfica heredados de la saga ‘Monkey Island’. Una aventura totalmente recomendable. Pero veamos sus puntos positivos y negativos (que también los tiene) en nuestro análisis a continuación.

Para empezar, la historia en ‘DeathSpank’ se nos presenta de la típica forma: tenemos al héroe de turno, DeathSpank, y al malo maloso, Lord Von Prong. Pero para llegar hasta él tendremos que recorrer un largo camino, conocer a muchos personajes secundarios, como el anciano Eubrick o el alcalde de Pluckmuckel. Cada uno nos pedirá diversas cosas, y nosotros aceptaremos encantados, ya que cuantas más misiones secundarias hagamos, más fácil lo tendremos al final.

Todo debido a su naturaleza de hack’n slash con toques de RPG. Por cada misión recibiremos nuevo equipamiento y dinero, además de un bonus de experiencia. El máximo es el nivel 20, y para lograr superar toda la aventura necesitaremos algo menos de diez horas. Es uno de sus puntos negativos, ya que si bien al principio, tan pronto abrimos el mapa y lo expandimos, parece que el mundo es enorme, en realidad engaña mucho. Aún así, el camino es un auténtico paseo por lo bien que lo pasaremos. Y es que las risas serán constantes, empezando por el protagonista, que tiene una forma de ser muy peculiar, como por los excelentes secundarios, incluso hasta con los huérfanos, llegando a encontrarnos con alguno de lo más rebelde que nos dará mucha lata en los diálogos.

DeathSpank: El azote de los muertos… de la risa